Hoy te voy a describir una situación que viví hace tiempo en la terracita de un café, aunque es algo que se ve casi día a día. Después voy a contrastar la interpretación humana de la persona en cuestión y su actitud, con una aproximación a lo que posiblemente pudiera estar viviendo su perro, que podría explicar la conducta del mismo. Todo esto para explicar cómo podemos evitar la inseguridad en nuestros perros.
Con esto no quiero decir que lo que digo va a misa y que ese caso fuera así. Ni mucho menos. Pero la situación en concreto me recordó a muchos de los casos en los que los educadores y adiestradores caninos trabajamos y que sí coinciden en dos puntos fundamentales:
- La incomprensión por parte del tutor sobre su perro y las necesidades que tiene
- La falta de herramientas con las que solucionar un problema tan sencillo como el planteado ese día.
La verdad es que he retomado un texto que empecé a escribir hace uno o dos años, pero que está en la más candente actualidad. Ahí va:
Análisis de un caso y 9 consejos para evitar la inseguridad en nuestros perros y sus problemas
El perro empieza a gemir. Ella le pega en la cabeza y le insta a que se calle. Le dice: “Ya vale! No vas a subir más días”
El perro insiste en su gemidito. –“Que te calles!”– replica ella.
La escena se desarrolla en la terraza de una cafetería en una plaza.
El perro insiste de nuevo, mirando a mi perro.
-¡Que te calles!- Le pega de nuevo -¡Deja al perrito en paz!
Me acabo de sentar en la terraza y pedir el desayuno, con mi perro. Venimos de su paseo matutino. El perro que está con su dueña en la mesa de al lado, tumbado, nos ve y tiene curiosidad por Oreo. Quieto en su sitio, lo único que hace es emitir un gemidito muy ligero. Quiere acercarse. Actitud que ella castiga enérgicamente.
Cuanto más castiga la propietaria, más gime el perro y más le castiga ella.
-¡La próxima vez te doy!- (pero… ¿No es consciente de que ya le ha dado?)
Se levanta y se aleja. Sin dejarle acercarse, le insiste: ¡Eh, no… que NO! ¡Último día que subes! ¡Deja al perrito! ¿Ves? ¿No ves que él está tranquilo?
Toda esta traca final se la suelta con una posición encorvada sobre el perro. Antes, cuando ha entrado a pagar, para que el perro se quedara fuera esperándola, le ha gritado varias veces para que se estuviera quieto y, viendo que no lo hacía del todo, le ha pegado dos veces en la cabeza y le ha vuelto a gritar, encorvada encima del perro y con dedo amenazante, como consecuencia de lo cual el perro, mirándola, ha llegado a medio tumbarse en el suelo.
Esta es una situación que se ve casi todos los días en la calle o en el parque. Sin ánimo de que nadie se sienta aludido u ofendido, mi intención al redactar aquí la escena que he presenciado esta mañana mientras desayunaba en una cafetería, es mostrar el punto de vista humano en contraposición con el del perro en cuestión, para llegar a comprender la realidad de la situación.
Aunque desconozco a la propietaria del perro y al perro, sí que puedo decir que este tipo de incomprensiones producen muchos problemas de convivencia, y vamos a ver por qué.
- Mi perro tiene un día una reacción un poco agresiva con otro perro en el parque o en la calle (hay que tener en cuenta que esa reacción podría haber sido incluso defensiva y yo no darme cuenta de ello). Me preocupo un montón pero, como no sé por qué ha sido y para que no se repita, a partir de ahora, cada vez que se acerca le tiro de la correa para apartarle, pero mantengo la correa tensa mientras el perro intenta acercarse al otro perro. Pienso que así lo corregiré.
- Empiezo a desesperarme, porque cada vez tiene más ganas de acercarse a los perros, y lo hace impetuosamente. Hay perros a los que no les gusta eso y le gruñen, así que si le dejo, seguro se pelearán (esta es mi propia conclusión). Mi perro se porta mal, y cuanto más mal se porta, más le aparto de los perros, y ahora también de la gente, porque se pone tan nervioso que se sube a todo el mundo y me pone en unas situaciones que… para qué.
- Salir a la calle empieza a ser una pesadilla. No para quieto. Quiere ir a todas partes. No me hace caso a nada de lo que le digo. Finalmente acabo perdiendo los nervios con él, me enfado constantemente. El perro se porta peor.
Esta es nuestra visión de los hechos. Vamos ahora con una aproximación al perro.
El perro es un animal social y colaborativo. Esto implica que hay que dejarle, desde pequeñín, acercarse a personas y perros (siempre que éstos últimos, bueno, y a veces también los primeros, no tengan ningún problema de comportamiento que pueda dejar huella en el cachorro. Para eso está nuestro lenguaje hablado, para preguntar si me puedo aproximar a otro perro, antes de fastidiarla) e interactuar con ellos.
- Soy cachorrito, lo que más quiero en este momento es ver y empaparme de este mundo: gente y perros y explorar y descubrir más cosas nuevas. Es divertido morderlas, ver a qué saben (eso también me da información), si son duras o blandas, su textura, moverlas, ver cómo reaccionan. Me encantan las cosas que se mueven. Qué divertido, quiero ir a por ellas.
- Vaya, ella se me ha acercado y me ha puesto una cosa en el cuello que me da tirones. No me gusta. Ahora no sé que pasa que no puedo ir a por eso. Voy a intentar ir a por aquello. Tirón en el cuello. No puedo. No lo entiendo. Lo intento de nuevo. Parece que, si tiro, avanzo más. Voy a tirar más a ver si puedo llegar ahí. He llegado. Genial, tirando mucho consigo llegar. Ya sé cómo funciona.
- He llegado a mi adolescencia canina. Tengo las hormonas revolucionadas. Ese perro me mira mal. Le respondo. De repente tengo un grupo de gente encima mío, haciendo ruido. Ella me grita y me pega. Me ha hecho daño. No lo entiendo. No me gusta ese perro.
- Ella viene conmigo por la calle. ¡Cuántas cosas y olores! Uy, en lo que salimos, no voy a tener tiempo de verlas todas. Vaya, me tiran del cuello. Cuando la miro me tira del cuello. No entiendo. No le gusta que vaya a por las cosas, pero tengo que hacerlo. Qué nervios.
- Ahí hay uno como yo. Uy, me tira del cuello. No me gusta ese perro. Lo miro fijamente para ver cómo reacciona. Cuanto más lo miro menos me gusta. Me está mirando también. Además, cuando le miro me tiran del cuello. No me gusta. Peligro. Algo me empuja hacia atrás, así que tengo que tirar hacia delante para ir a por ese y solucionar ésto. Me tira, me grita, se enfada. Cuando nos acercamos a los que son como yo, ella se enfada. Tengo que solucionarlo. Pero se enfada y tira más. Tengo que hacer más fuerza para arreglar esto.
- El peligro ha pasado. Nos quedamos en un sitio. Hay alguna gente, sol, hace bueno. Estoy cansado. Me tumbo. Qué tranquilidad.
- Uy, ahí hay uno como yo, pequeño. Huele distinto. Su actitud… Hay que ir a olerlo, pero ella se enfada cuando lo hago. Qué hago? (gemido de baja intensidad). No me atrevo a moverme. Uy, me ha pegado, está enfadada. ¿Por qué? No entiendo lo que quiere, pero hay que ir a ver a ese como yo. No me atrevo, porque me pega. No sé qué hacer (gemido de baja intensidad). Otra vez se enfada cuando miro a ese que es como yo. Se enfada más. Qué hago, (gemido de intensidad ligeramente creciente). Pero si…. Está ahí, hay que ir a olerlo (gemido creciendo).
- Nos vamos. Ah ahí dentro. Voy con ella. No sé qué me dice. Voy con ella. No entiendo. Me ha vuelto a pegar y grita. Pero si voy con ella. No entiendo. Uy, que se me echa encima y me va a hacer daño (el perro se inclina hacia atrás, medio tumbándose en actitud de miedo).
Como digo, estas situaciones son muy comunes y, sin nosotros saberlo, estamos contribuyendo a la aparición de un problema de inseguridad que se va acumulando y va engordando y engordando hasta que se convierte en la piedra que persigue a Indiana Jones en el templo maldito.
Analizando más esta situación, a esta persona le ocurren varias cosas:
- Con lo que sabe, intenta solucionar una situación que se le presenta
- Desconoce las necesidades de su perro
- Por desconocimiento también, ignora las señales de su perro
- Como no entiende la situación, ni la conducta de su perro, se frustra.
- La frustración le lleva a emplear métodos intimidatorios e incluso agresión, para intentar zanjar el problema lo antes posible.
- Cree profundamente que los métodos que probablemente emplearon con ella de pequeña, le tienen que dar resultado con su perro. Esos métodos, muchos los llevamos interiorizados por nuestra propia experiencia educacional.
- [En algunos casos podría decir que cree profundamente que lo que ve en unos programas de televisión es lo que se debe hacer con los perros y, aunque en ellos indican que “no deben aplicar esas técnicas sin la supervisión de un profesional”, se rinden a la tentación de probarlos con su perro.]
En resumidas cuentas, a pesar de que le falta mucha información, cree que está haciendo lo mejor para su perro.
Ahora vamos con el perrete. ¿Qué le pasa a este perrín?
- Lo primero y fundamental que le pasa es que… es un perro. Los perros huelen cosas, las prueban, las mordisquean….o las muerden en toda regla, les gusta perseguir…cosas, personas, otros animales, rastros de olor… además, oler culos les priva, comer les mola mogollón…etc.
- Lo siguiente que le pasa es que no entiende nada de lo que le dice su humana.
- Pero sí se da cuenta de que está enfadada, incluso aunque no le haya pegado aún, y no entiende por qué. Jolín, es que casi siempre está enfadada.
- Además, está recibiendo estímulos bastante desagradables cada vez que intenta ser sociable, o solucionar algo que percibe como problemático, y esto le viene pasando desde pequeñito.
- Así que ha empezado a percibir una cierta rareza o incluso peligro en situaciones que son de lo más normal, como la cercanía de otros perros. Así que cuando aparecen, empieza a dudar, no sabe qué hacer para solucionar esa situación que muchas veces ha acabado de manera desagradable.
- Nunca consigue resolver una situación que se le presenta. Siempre coartado y con tirones de correa. ¿Te imaginas cómo te sentirías si te pasara eso a ti? ¿Te imaginas o has vivido alguna vez esa situación de “a cada cosa que hago se enfadan conmigo, pero no me dan otra opción”
Este es un ligero análisis de alguno de los orígenes de las inseguridades, miedos e incluso agresividades que surgen en nuestros perros. Pueden aparecer por muchas otras razones.
¿Cómo podemos evitarlo?
Estos son algunos consejos para evitar añadir inseguridad a nuestros perros:
1. Evitar
Según la RAE es Apartar algún daño, peligro o molestia, impidiendo que suceda. Así que, si vas a tener un perro, o ya tienes un cachorrito recién llegado a casa, o acabas de adoptar a un perro, lo mejor que puedes hacer es acudir a un profesional canino que:
- En el caso de que aún no lo tengas, estudie tu caso y pueda aconsejarte. Este paso es más importante de lo que parece y puede ahorrarte muchos quebraderos de cabeza
- Si ya tienes a tu cachorrete, busca cursos de socialización para cachorros, son muy completos y puedes aprender mucho sobre tu cachorro y cómo evitar problemas de conducta en un futuro
- Busca un buen programa de educación para tu cachorro, adecuado a su edad. No se trabaja igual con un bebé que con un adulto
- Para tu perro adulto adoptado te aconsejo que también acudas a profesionales. No sabes qué maleta de experiencias traen consigo. Y los cambios para estos perros pueden resultar extremadamente estresantes. Un profesional te va a aconsejar cómo llevar a cabo la adaptación mutua (el perro a ti y tu entorno – tú a tu nuevo compañero)
2. Buscar la información adecuada
Cuando ya tenemos un problema y no sabemos cómo solucionar una situación, normalmente buscamos información, en este caso en nuestro veterinario, vecindario, colegas del parque canino, Internet, televisión…
- Cada vez hay más veterinarios que se preocupan y, además de la carrera de Veterinaria, se forman en los últimos conocimientos sobre conducta, en nuestro caso, de perros. Pero aún no todos tienen una formación actualizada. Si vas a consultar con tu veterinario, ten esto en cuenta.
- Los consejos de otras personas que tienen perro pero que no son profesionales de la educación canina, pueden dar al traste con cualquier cachorrete o perro recién adoptado
- De hecho, los consejos de otras personas que han acudido con éxito a un profesional canino, no siempre tienen por qué funcionar con tu perro. ¿Por qué? Échale un ojo al punto 3, más abajo. En resumidas cuentas, porque incluso a nosotros nos pasa que lo que nos funcionó con un cliente, puede no funcionar con otro.
- Con respecto a Internet, ufff, hay de todo. Busca buenas referencias. Busca conocimientos actualizados.
- Televisión: Desgraciadamente, los programas que más audiencia tienen, que llevan tanto tiempo en antena, que tanto hicieron por visibilizar nuestra profesión y hacer ver a la gente que sus problemas podían tener solución, están basados en métodos ya arcaicos, completamente aversivos, adolecen del desconocimiento de lo que hoy en día debería ser básico, ignorando por completo las emociones de los perros…como poco.
3. Busca profesionales actualizados
Que no sólo te entiendan a ti, que es fundamental, sino que entiendan a tu perro y su circunstancia. Que tomen nota de todo lo que acontece y piensen y evalúen y, si es necesario, pidan ayuda a otros compañeros (a veces se presentan casos complicados)
4. Abre tu mente a cosas nuevas
Por ejemplo, quedarnos en el “yo ya he tenido perros y sé lo que hay que hacer” no suele resultar muy productivo. Ten en cuenta que cada perro es distinto de los demás, aunque tengan características similares, por eso
5. Trátalo como un individuo
No sólo como un colectivo (el colectivo “perros” o el colectivo “razas”) Cuando simplificamos las cosas tanto, nos perdemos mucho de nuestros perros.
6. Ten ganas de aprender «con y «de» tu perro
Tu actitud es fundamental para tener una convivencia fluida. Ten ganas de conocer a tu perro. ¿Sabías que el vínculo es lo que va a hacer que tu perro te responda casi en cualquier circunstancia? ¿Sabes lo que es un vínculo sano y cómo conseguirlo? ¿Sabías que les encanta hacer cosas contigo? Ten curiosidad. Aprende a jugar con tu perro. Funciona y aprende infinitamente mejor que si estamos cabreados todo el día.
7. Aprende a comunicarte con tu perro
Hazlo para que él sepa lo que quieres, pero de verdad. Pero ya sabe lo que le he dicho, me dirás. Y…¿cómo estás tan segura de que lo sabe de verdad?
8. Aprende cómo se comunica tu perro contigo y con los demás
Esto te dará pistas sobre lo que quiere o necesita tu perro y os evitará a todos mogollón de quebraderos de cabeza, malentendidos y demás problemas.
9. Ten en cuenta sus circunstancias
Hazlo antes de enfadarte. ¿Ha hecho pis en casa? Antes de enfadarte analiza por qué. Y si no llegas a ninguna conclusión, consúltalo con un profesional. Podría ser un problema fisiológico. Y huye del primero que, sin más información, te diga que lo ha hecho porque “es dominante” o que “le des con un periódico”. En tu perro hay mucho más que una simple “dominancia”. Te encontrarás más cosas que hacen los perros y que a nosotros no nos gustan o nos parecen inadecuadas pero que, seguramente, hay una razón de peso para que tu perro las haga.
En resumidas cuentas, lo que más te va a salvar de tener problemas o, si ya existen, de que aumenten, es tu actitud, tus ganas de aprender sobre tu compañero y que no te importe cambiar cosas de tu vida para adaptaros.
Y que sepas que, aunque a todos nos gustaría tener una varita mágica, por desgracia las varitas mágicas no existen, pero sí tenemos algún que otro conocimiento, protocolo, programa de educación para ti y tu perro que os pueden ayudar a evitar problemas y, si ya los tienes, a mejorarlos.
¿Alguna vez has vivido una experiencia como la de la señora de la historia que te he contado, o te has sentido como ella? Al fin y al cabo su manera de actuar fue muy humana, y muchos adiestradores hemos pasado por ello antes de formarnos. Cuéntanoslo, me muero de ganas de leer vuestros comentarios.
De lo mejor que he leido sobre conducta tanto en perros como en humanos. Si, entiendo que ellos quieran explorar pero si tira de la correa para acercarse a un perro por mucho que quiera y deba explorar no voy a permitir que el otro perro le muerda, como ya me ha pasado…