LA VEJEZ EN TU PERRO

Ser consciente para saber gestionarla

Este año, en octubre, Oreo cumplirá nada más y nada menos que 19 años. Rony hará los 8 años en septiembre.

Cada uno tiene una personalidad bien distinta. Oreo fue muy fácil, que para empezar siempre se agradece. Rony ha sido un perro muy complicado.

Ahora me viene a la memoria un señor que adoptó a un perro miedoso, y cuando llegó a su casa, pasaron algunos días y comprobó que la cosa no era tan rápida de solucionar, se desesperó y se quejó diciendo: “yo que quería un perro para ir por el campo…”

Esto me hace reflexionar y nos muestra cuánto nos falta todavía por aprender sobre el resto del planeta y de lo más inmediato que nos rodea. Y aquí van las odiosas comparativas:

“Quiero un coche para” viajar o para callejear o para ir por caminos y montañas, o para ir a trabajar. O porque me gustan los coches y los cuido mucho.

“Quiero un robot de cocina para” hacer tal o cual comida.

“Quiero tener pareja” (o casarme), porque socialmente es lo que se supone que tiene que ser. Si no, parecería un espécimen extraño. O a lo mejor es que he encontrado una persona que me hace tilín y me he enamorado, me gusta la idea de compartir mi vida con él-ella y le respeto en todo lo que piense o haga.

“Quiero tener hijos para” que me cuiden cuando sea mayor, o para que continúen con el negocio, o para que también sean médicos o abogados como sus padres…en resumidas cuentas, para que colmen alguna aspiración mía concreta. O quizá quiero tener hijos porque me gusta la idea de seguirles en todo lo que hagan en su vida y aprender de la experiencia.

“Quiero un perro para” cazar, o para ir por el campo, o para la finca, o para lucirlo en concursos o para vestirlo con ropitas zafias…, o para que me haga compañía. O quizá quiero tener un perro porque me gusta la idea de compartir mi vida con él-ella y le respeto en todo lo que haga e, incluso, piense.

Siempre hay un propósito en lo que hacemos o deseamos. Unas veces egoísta y otras altruista.

Pero casi siempre nos olvidamos de los supuestos “contras”, de la “letra pequeña”. Qué bonito el perrito, pero para “tener” un perro saludable, primero tendré que saber cuáles son sus necesidades y cubrirlas.

Bueno, sobre sus necesidades y cómo colmarlas ya tienes un artículo en el blog de Canectados.

Pero hay uno de los aspectos de los que hablo en ese artículo, la vejez de tu perro, que me llama hoy la atención, a propósito de Oreo con sus 18 años de vida. Y sobre todo, los ciclos por los que va a pasar tu perro inevitablemente, si consigue llegar a una edad tan longeva.

Antes los perros no daban complicaciones. Vivían sobre todo en el campo. Los que tenían la suerte de estar libres por los pueblos tenían casi todas sus necesidades colmadas. Casi todas…menos la social a veces y probablemente la de la salud. Al perro le duele algo…kaput. Otros muchos estaban destinados a proteger fincas, no salían de ahí, con lo que acababan zumbaos, en la finca, y muchos de ellos, además, atados y condenados a cadena perpetua, pero con menos ámbito de movimiento que un preso (esto, desgraciadamente, sigue ocurriendo bastante).

la vejez en tu perroHoy, en su inmensa mayoría, las condiciones han cambiado. Están bastante bien cuidados y su esperanza de vida ha aumentado con creces. Esto significa que se están generalizando en los perros mayores enfermedades que antes no padecían. Exactamente igual que lo que pasa con nosotros los humanos. Unas artrosis de caballo, cegueras (o casi), deterioro cognitivo, el soplito en el corazón, los riñoncillos que fallan, se quedan sin dientes, o sin masa ósea en la mandíbula, como es el caso de Oreo. Pero hay algo común en todos ellos: la fortaleza que tienen para seguir adelante.

Y estas enfermedades crónicas nos tienen “esclavos” por varias razones:

  • El metabolismo cambia, y con ello su tipo de alimentación. Es algo de lo que hay que estar pendiente.
  • Su capacidad para triturar la comida también puede verse afectada, con lo que también tienes que estar pendiente de qué darle y cómo dárselo.
  • Su movilidad se ve enormemente reducida, con lo que los paseos por el campo se pueden llegar a reducir a la vuelta a la manzana, pero más veces que antes, porque…
  • Los esfínteres fallan. Esto implica un gasto en pañales, si no tienes jardín, y recoger caquitas de…casi cualquier lado de tu casa.
  • Si llega a tener deterioro cognitivo, es posible que la paciencia que tenía antes se pierda por completo. A Oreo sólo le falta la camiseta de tirantes y el mondadientes en la comisura de la boca mientras me dice “¡Mujer, la comida!” Directamente y llegada la hora, me la exige con ahínco.
  • Además, con el deterioro cognitivo podréis algunos asistir a cómo el perro se mete por unos vericuetos dentro de casa, de los que luego no sabe salir y, a veces hay que ayudarle.

Algunos diréis “¡Qué horror! A mi eso me da mucha pena y no creo que lo soporte”. En este caso tienes dos opciones: o no tener perro, porque además de penita, da mucho trabajo, o aprender a gestionar la enfermedad y muerte de un ser querido.

En mi caso me está proporcionando un aprendizaje impresionante, sobre Oreo y sobre mí misma. Conocer hasta dónde estoy dispuesta a llegar por alguien, tenga 2 o 4 patas, que considero mi familia, es una faceta que me gusta.

Pero también la inmensa ternura que desprende Oreo en todo lo que hace. Desde cómo se levanta con cada trastazo que se da, hasta la mirada de los días en los que me dice claramente “hoy no puedo bajar ese escalón”, parado delante de mí mientras le estoy invitando a bajar. Como ya he aprendido eso, cuando me mira así, directamente utilizamos la rampa del portal. En cuanto abro la puerta de la rampa, Oreo camina, tiki tiki tiki, hacia afuera. A veces ocurre lo mismo para subir el escalón de la entrada y, tiki tiki tiki, me sigue aliviado hacia la rampa.

Llegar a entender que tu perro no hace caca o un pis enorme en casa nada más volver del paseo, para fastidiarte; que no se está volviendo “tonto” porque se empieza a caer para subir al coche o cualquier otro escalón; que tampoco está tonto o tarao porque de repente se queda parado en mitad del pasillo o se mete por debajo o detrás de sitios de los que no sabe salir, y pensar primero que puede que tenga problemas de incontinencia, o con la vista y ya no calcula bien las distancias, así que se empieza a caer haciendo cosas que antes hacía a la perfección; o que puede tener un deterioro cognitivo que le hace no entender cosas que antes entendía perfectamente, supone la diferencia entre malinterpretar las situaciones y frustrarte tú, y él con tu actitud, haciéndole la vida más difícil (y a ti también), o bien captar la ternura de la vejez, y ayudarle en cada paso que da hacia los últimos días de su vida, tratando de facilitarle la existencia, y con ello, terminar incluso “disfrutando” con tu perro, sacando el lado positivo de todo lo que viváis hasta los últimos momentos, por muy tristes que sean.

Cuando introduzcas un cachorro en tu familia, “todos”, hasta los más peques, debéis saber que va a pasar por las mismas etapas en la vida que tú: infancia, adolescencia, juventud, madurez, senectud y, finalmente, la muerte. Bueno, aliñado todo esto con alguna enfermedad que otra.

Ser consciente de ello y aprender a reconocer en tu perro esos cambios y a gestionarlos, os va a ayudar a ambos a tener una vida más plena juntos, a pesar de las enfermedades y las enormes limitaciones de la vejez.

Este post no tiene la intención de desanimarte porque sí, al contrario, te animo a que te lances a aprender más sobre tu perro, también en los momentos difíciles, para lo bueno y para lo no tan bueno, disfrutando de los pequeños detalles y sacando tu lado más tierno, incluso cuando estás recogiendo la caquita que acaba de hacer nada más llegar a casa.J

No te apures, que en el siguiente post te contaré cómo puedes seguir disfrutando con tu perro, haciendo actividades que, además, evitarán que caiga en una depresión (sí, depresión, los perros también la padecen) por falta de eso, de actividad.

Deja un comentario